Roberto Gonzalez
An experience that will leave you frozen
Una experiencia que te dejará helado
Nada más y nada menos que catorce años lleva este peculiar bar de hielo abriendo sus puertas cada temporada para ofrecernos una experiencia sensorial única a los que por una u otra razón cruzamos el Círculo Polar Ártico y recabamos en la aislada Honningsvåg.
En nuestro caso, una escala de crucero nos llevó al lejano norte de Noruega, y mientras hacíamos tiempo para la excursión que nos acercaría hasta Nordkapp, nos dedicamos a recorrer la ciudad, dejando para el final la visita al Artic Bar como punto estrella indispensable de la jornada.
Fuimos recibidos por la ajetreada y amabilísima Gloria, una zaragozana que hizo realidad su sueño de montar una empresa diferente y convertirse en una referencia en toda Europa.
Y lo consiguió, su bar de hielo es hoy visita obligada de todos los viajeros que quieren vivir una experiencia única en un entorno que mezcla lo natural con lo sofisticado.
Cada año una expedición de singulares arquitectos se dirige a los lagos a recoger los enormes bloques de hielo que serán el material con el que se construirá el bar de hielo de la temporada. El agua congelada se clasifica y se escoge siguiendo criterios de pureza, transparencia y sobre todo se busca la singularidad, aquellos bloques que por su contenido en burbujas puedan aportar un "plus" a la originalidad de la construcción.
Una vez trasladados los bloques y cortados en diferentes tamaños y formas, comienza la elaboración de un espacio completo que consta de paredes, mesas, sillones, barra e incluso un pequeño iglú para tomarnos esa foto que será un recuerdo imborrable.
La luz fría y sus reflejos son fundamentales en este lugar, ya que consiguen imitar los colores de la aurora boreal y dar al interior un ambiente de frío ártico que lo convierten en algo único. Nos sirven unas deliciosas bebidas sin alcohol en unos vasos de hielo que según la tradición y una vez vacíos debemos tirar al mar de espaldas y sin mirar, pidiendo un deseo como marca la ley.
Después de tomar infinidad de fotos, a cual más sugerente, nos quitamos los ponchos que nos han proporcionado en la entrada y volvemos a la tienda que sirve de vestíbulo al bar, en la que encontramos todo tipo de recuerdos de Noruega, de Cabo Norte y como no, del propio Artic Bar.
No podemos marcharnos sin tomarnos una foto y saludar a Lonchas, un enorme y precioso Alaskan Malamute, compañero de aventuras y Consejero Administrativo de José, el propietario del bar.
Como el Artic Bar está muy cerca ( apenas 200 metros) del puerto de cruceros, nos da tiempo de ir a cenar antes de dirigirnos al increíble Cabo Norte.
Nothing more and nothing less than fourteen years ago this peculiar ice bar opens its doors every season to offer us a unique sensory experience to those who for one reason or another crossed the Arctic Circle and gathered in the isolated Honningsvåg. In our case, a cruise scale took us to the far north of Norway, and while we were making time for the excursion that would take us to Nordkapp, we went through the city, leaving for the end the visit to the Artic Bar as an indispensable star point of the day We were greeted by the busy and very kind Gloria, a woman from Zaragoza who made her dream come true of setting up a different company and become a reference throughout Europe. And he did it, his ice bar is now a must for all travelers who want to live a unique experience in an environment that mixes the natural with the sophisticated. Every year an expedition of unique architects goes to the lakes to collect the huge blocks of ice that will be the material with which the ice bar of the season will be built. Frozen water is classified and chosen according to criteria of purity, transparency and, above all, the singularity is sought, those blocks that due to their content in bubbles can contribute a "plus" to the originality of the construction. Once the blocks have been moved and cut into different sizes and shapes, the elaboration of a complete space consisting of walls, tables, armchairs, bar and even a small igloo to take that photo will be an indelible memory. The cold light and its reflections are fundamental in this place, since they manage to imitate the colors of the aurora borealis and give the interior an environment of arctic cold that makes it unique. They serve us delicious non-alcoholic drinks in ice glasses that according to tradition and once empty we must throw to the sea with their backs and without looking, asking for a desire as the law marks. After taking an infinite number of photos, which are more suggestive, we take off the ponchos that have been provided at the entrance and return to the shop that serves as a lobby to the bar, where we find all kinds of souvenirs from Norway, the North Cape and of course, of the Artic Bar itself. We can not leave without taking a picture and say hello to Lonchas, a huge and beautiful Alaskan Malamute, companion of adventures and Administrative Advisor of José, the owner of the bar. As the Artic Bar is very close (barely 200 meters) to the cruise port, we have time to go to dinner before heading to the incredible North Cape.



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